lunes, 2 de marzo de 2009

d) está escrito

Caen los créditos finales de Slumdog Millionaire y es imposible no sentirse bien y sonreír, maravillado con lo que hemos visto, con lágrimas mezcladas de alegría y de tristeza, de esas lágrimas inexplicables que salen de partes olvidadas, de esas regiones personales e internas pero globalmente entendidas, del niño pequeño que fuimos alguna vez, del adulto que comprende el proceso, del adolescente que se enamora irremediablemente y sin miedo a las consecuencias. ¡Qué gusto salir así del cine!, ¡Qué gusto saber que existen cintas que logran causar de tal modo tantas cosas y tal viaje emocional!


Preparémonos entonces para el viaje: tomemos té con leche y especias, robemos un poco del pan roti de los largos recorridos en tren, al tiempo que nos perdemos en el aroma a cúrcuma, comino, cilantro y cardamomo. El viaje, hay que decirlo, no será siempre hermoso o colorido como sari, y tampoco será cómodo: como en los clásicos de Dickens y en muchas de las historias de amor, habrá dolor, pobreza, miseria humana en todos los sentidos, esperanzas rotas y la certeza de que son pocos aquellos en los que podemos realmente confiar; habrá amor doloroso, amor de larga espera, amor robado, violencia e infancias vapuleadas.

Sin embargo, la recompensa puede ser muy valiosa, y aquí permítanme hablar con la ingenuidad de Jamal y con lugares comunes: el premio involucra la riqueza del amor, la de hacer lo correcto, la de amar a la familia. Porque, lo sabemos, Jamal ya es rico; el concurso -si responde correctamente- le dará además dinero.

¿Qué más decir, además de que dejen de lado todo para ir a las salas a ver esta maravilla? ¿Cómo expresar con palabras algo que ha de ser visto sin prejuicios, sin necesidad siquiera de saber de qué trata?

Y es que, lo sé, hay ocasiones en que los titulares de las críticas globales pueden confundir, pero en esta ocasión no hay nada oscuro en la apreciación general: Conmovedora, impactante, magistral; una cinta que atrapa, un tributo al amor, a la esperanza; una cinta para salir con más vida de la que se tenía antes de entrar a la sala. No importa cómo se diga, la idea es inequívoca: Slumdog Millionaire es una obra maestra.

2 comentarios:

Ald0rad0 dijo...

Egan te debe amar, papi...

Anónimo dijo...

Hola, muy interesante el articulo, saludos desde Mexico!