viernes, 27 de marzo de 2009

Rosita



A veces era difícil hacer movidas atrevidas con Rosita. O se enojaba o soltaba un manotazo. Nunca me dejaba avanzar. Para ser del barrio bravo era bastante mojigata. Pero esa personalidad ilusoria de niña rica en barrio pobre, de ingenua en medio de la perversidad es, a lo mejor, la principal razón por la que me enamoré de ella.

Físicamente era muy atractiva. Heredó la finura de su amá. Doña Rosa vivía en La Roma cuando joven. A los 16 se enamoró de Don Juve, un pobre boxeador tepiteño. Éste se la robó una noche. Y desde entonces viven en Tepito. Fue el Romeo y Julieta de su época, sin duda. De su madre sacó los ojos verdes y la piel de leche. De su padre, una rectitud moral aparentemente imperturbable y un sentido del humor digno del más puerco de los pulqueros.

Nos conocimos en la Facultad de Arquitectura. Estábamos juntos en todas las clases y yo me la pasaba viendo sus piernas. Bendito Dios, siempre le gustó usar falditas. Yo creía que se había perdido de camino a la Ibero o alguna otra escuela de riquillos. Por eso casi me cago el día en que Ramón me soltó la neta. ¡Con que te gusta la tepiteña, eh! ¿Qué? ¿Cuál tepiteña? Pues la Rosita, no te hagas wey, si se te cae la baba cada que la ves. Sí me gusta, wey, pero ¿por qué le dices así de feo? Pues porque vive en Tepito ¿por qué más va a ser?

Al principio me costó creerlo. Después me contó que El soba soba, uno de nuestros compañeros que también vive en Tepito, la conocía desde que eran niños. Rosa siempre había sido la niña más guapa del barrio y una esplendida estudiante. Pero eso sí, era la idolatría de un ex campeón del box, una madre adoradora de la Niña Blanca y dos hermanos que vendían fayuca. La cosa no iba a estar fácil. Ojalá sólo hubiera sido una niña rica perdida en CU.





***



Las sabanas me quedaban chicas. Sus ojos me vigilaban en todas las esquinas. Sus piernas estaban en todos los camiones. Rosita la sabrosita estaba en todos lados. No podía deshacerme de su encanto. Hubo una noche que de plano no pude pegar pestaña. Entonces me decidí que le iba a hablar al otro día. Pasara lo que pasara.

La vi tan pronto llegué a la Fac. Estaba platicando con un gorilón. Uno de esos hombres más cercanos al mono que al resto de sus congéneres. Platicaban algo tranquilamente, de pronto el gorila la abrazó, le dio un beso en la mejilla y se fue caminando rumbo a las islas. Hijo de su madre, seguramente estaba haciendo sus movidas con la Rosita. Ella venía cargando su maqueta, el proyecto de un hotel, según alcance a conjeturar. Era mi oportunidad.

¡Hola! ¿Rosa, verdad? ¿Quieres que te ayude? Hola, muchas gracias. ¿Tú eres Fabián, cierto? Vamos juntos en muchas clases. Después de aquella chispa inicial todo fue pan comido. Me explicó su proyecto y cómo lo había olvidado en casa. Que el gorilón aquél era su hermano que le había venido a dejar la tarea olvidada. Una cosa llevó a la otra. La invité a comer, ella me invitó a la Cineteca. A la semana nos sudábamos las manos en el zoológico de Chapultepec. Y al mes ya nos dábamos insolentes besos en la fuente de Coyoacán.

Llevábamos ya 3 meses de novios cuando le hice la primera propuesta. Me dijo que cómo me atrevía a pedirle eso. Que ese tipo de cosas no se planeaban, que simplemente sucedían. Y que ella no se sentía preparada. A mí me sorprendió que a sus 19 siguiera siendo virgen. Pero eso se convirtió en un perverso aliciente.

Cuando cumplimos los 4, ella creyó que era buena idea que me aventara a conocer a la Familia. Yo tenía miedo, pero con tal de tener a Rosita le cumpliría todo capricho.





***



No puedo describir fielmente la enormidad de Tepito. Hay detalles que se escapan a la vista macular. Puestos de perfumes, de bebidas, de películas piratas, de celulares, de televisores, de juguetes sexuales (¡No veas eso, cochinote!), de carriolas, de pantalones, de zapatos, de comida, de pornografía (Síguele y me voy a enojar). Una infinidad de puestos para una infinidad de artículos.

Oye, cuántos… Son 25 calles -me interrumpe- y tres mercados, más uno de comida, otro de zapatos y uno más de segunda mano. Sí aquí todos se dedican al comercio. ¿Algo más? ¿Hay mucha delincuencia? Como en todos lados, ¿no crees? No somos mejores ni peores, tratamos de salir adelante honestamente. Como la noté un poco enojada, dejé de preguntarle necedades y seguimos caminando entre dildos y afrodisiacos.

De repente nos metemos entre los puestos. A su paso Rosa saluda a una señora que vende garnachas ¿Qué tal las clases, mija? Interesantes como siempre, Chayito. ¿No sabe si ya llegó mi mamá? Sí ya está allá arriba con tu papá. A la lista de gente que saluda a Rosita se añaden un peluquero, un franelero, y media docena de comerciantes.

La familia de Rosa vive en una vecindad. Una de las más grandes que yo haya visto. Su aspecto no me gusta, parecen sucias, pero una inspección más cercana descubro que el tiempo es su peor enemigo, no la suciedad.

Subimos las escaleras y entramos en un pequeño departamento. Tiene cocina, baño, comedor y tres recamaras. Suficiente espacio para la familia de cinco. Los papás de Rosa me reciben con un tarto muy mable “Pase, joven” “¿Quiere una copita?” “¿Va a querer pollito en sus enchiladas?”. Todo el miedo que sentía al meterme en ese barrio se dispersó en cuestión de minutos.

Pasada media hora llegó el gorilón, acompañado de otro un tanto más pequeño. Traían la botana en las manos y una Coca Cola de tres litros. Te presento a mis hermanos, Salvador y Juventino. Me aprietan la mano más de lo que puedo aguantar, pero me callo, como buen macho. “Mucho gusto”.

Comimos en calma. Don Juve me cuenta sus andanzas con “El Puas” y cómo le puso en la madre al “Halimi” pero que al final éste lo descontó con un buen gancho, y por eso se le había ido el campeonato. Doña Rosa me pregunta mi opinión sobre la Santa Muerte. Yo le digo que en la universidad nos enseñan a respetar y a ser tolerantes con la ideología de todos. La señora asiente complacida y me relata cómo la Santísima había sacado a su compadre de las drogas. “Todo es fe, hijo”.
Se me hace raro que una mujer tan hermosa ande metida en supercherías tan baratas. A Rosita tampoco le gusta aquello. En fin.

Terminando de comer doy las gracias. Rosita me invita a su cuarto y creo que es el momento ideal para comenzar mi ataque. Después de cuatro meses de besar a Rosita Sabrosita, me nació un cohete en el pantalón.

Entramos y cierro la puerta. Escucho que en la sala prenden la TV, algún programa deportivo, según parece. Doña Rosa lava los trastes. Rosita me besa y para mi sorpresa es ella quien hace el primer movimiento, Empieza a acariciarme la pierna y yo la suya. Me desabotona la camisa y yo acaricio su espalda debajo de la blusa. Siento que su respiración se agita y gime de placer. Le digo que se calme que nos van a cachar.

Ella sin blusa, yo sin camisa y las ganas reprimidas me hacen meterle mano debajo de la falda. Vuelve a gemir, esta vez con más fuerza. No me importa, al fin Rosita y yo vamos a consumar nuestro amor. De pronto ella grita, mira la puerta, me giró y lo último que veo es el puño calloso de don Juve, directo a mi cara.
***

Una semana después, algo compuesto de la madriza que Don Juve y sus hijos me pusieron, recibí una llamada de Rosita. Ella y su mamá estaban apenadas con lo que los hombres de la casa me habían hecho. Mi papá no entiende, me dijo. Pero mi mamá ha hablado con él, creo que empieza a sentirse un poco culpable. Mis hermanos están castigados, están trabajando en los puestos hasta en fin de semana. Gracias por decir que te asaltaron. Te quiero mucho. Ay, Rosita. Por ti, lo que sea.

Pasado casi un mes tocaron al timbre de la casa. Era Rosa, como todos los viernes venía a dejarme las tareas. Pero esta vez no venía sola, la flanqueaban Doña Rosa y Don Juve. Se congraciaron con mi madre y explicaron lo apenados que se sentían de mi “accidente”. Doña Rosa le llevó romeritos a mi madre, como una ofrenda de paz. Don Juve un estéreo nuevo con MP3 para el coche de mi padre. Mi regalo: una relación bendecida con Rosita, y la promesa de que éramos libres de hacer con nuestros cuerpos lo que se nos viniera en gana.

Cuando mi papá llegó de vender seguros comimos todos bien a gusto, muchas risas y cumplidos para el estéreo y los romeritos. Rosita estaba radiante, yo no sabía pero tenía permiso de nuestros padres para quedarse a cuidarme esa noche.
Una última disculpa de Don Juve, ya algo entrado en copas: “Qué pena lo de este muchacho, caray, pero ya está bien. Es lo bueno de ser joven. Si yo hubiera estado ahí, les juro que le habría puesto en su madre al sinvergüenza ese”. Rosita y yo nos sonreímos disimuladamente. Bien había valido la pena.

domingo, 22 de marzo de 2009

El hit de la semana

Estavamos tan contentos. ¡Estabamos con v chica, mono idiota!
Y eramos sólo cuatro. Después de escuchar algo de surf, llegaron Las víctimas del Dr. Crerebro. Cantamos, saltamos, bailamos y algo de mota fumamos.
Ahora, gracias a Capellán, sé que los de Six Million son sus hermanos menores.
Qué pequeño el mundo es.

Y qué rola tan sencilla, directa y disfrutable ésta es

viernes, 20 de marzo de 2009

It's just a big joke


Watchmen(2009)
Zack Snyder


El argumento arranca cuando un compañero de aventuras de los días idos, The Comedian, es brutalmente asesinado; la acción es juzgada por Rorschach como un complot para acabar con los antiguos superhéroes por lo que decide alertar a sus “amigos” e investigar, sin embargo, en ello descubre un plan mucho más grande y aparentemente siniestro. Esta situación obliga a los héroes a salir de su retiro para enfrentar no sólo esta aparente amenaza sino sus viejos traumas, rencillas y emociones dejadas atrás.


Curiosamente, la trama, pese a ser una cinta de héroes, contiene poca acción si tomamos en cuenta su duración (casi dos horas y media). Se trata del recorrido a través de un laberinto que cuestiona no sólo los dilemas morales de cada uno de estos personajes, sino de la humanidad misma, acosada por su propio e inconsciente deseo de autodestrucción. En este contexto, adentrarse en la mentalidad y sentimientos de cada uno de estos héroes, nos acerca más a su a su verdadera lucha, a su real conflicto: un héroe no puede vivir una vida normal, ya sea por convicción, prohibición o confinamiento… no importa si se tienen poderes o no; simplemente no está en su naturaleza.


Nuevamente y al igual que en 300, el espacio visual y todo lo que en él ocurre es harto empalagoso, con acciones sobredimensionadas no sólo por la dirección de arte, los efectos especiales, los múltiples planos y velocidades de la cámara, sino incluso por la actuación misma de los protagonistas, sus diálogos extraídos directamente del cómic y un guión brillantemente ejecutado que torna a la película empática, haciéndonos sentir y tratar de entender todo a flor de piel. En este sentido, Zack Snyder, director, logra un gran trabajo.


Al ser un objeto de culto y por muchos considerado como el mejor cómic de héroes de la historia (por exagerado que pueda sonar), Watchmen no es una película para todos los gustos, pues aseguro que habrá quienes salgan siendo fans de la obra mientras otros, los más recalcitrantes seguidores, pensarán que se perdió mucho en la transición a la pantalla grande (como la narración de “Bajo la máscara”, autobiografía de Hollie Mason, en la que se narran las vivencias de los superhéroes en su época dorada), pese a la enorme similitud de los cuadros de cine con los del cómic.


En este último contexto, Watchmen no es una película para pasar tranquilamente el fin de semana; sus implicaciones sociales y sicológicas son mucho más profundas de lo que podría contener cualquier producto épico del género, por lo que estoy seguro, que en un futuro cercano, más que una cinta de superhéroes de gran taquilla como lo fuera El Caballero de la Noche, Watchmen se convertirá en material de estudio para muchos análisis sobre el mito del héroe, sus implicaciones sociales y los dilemas humanos que ello conlleva.

jueves, 19 de marzo de 2009

MUAC!

















Close to you


Los amantes jamás habían faltado a la cita.

Era un ritual consagrado y no se podía poner en duda la asistencia. Ni siquiera por enfermedad, como había sucedido el año pasado. J recordaba la cara enferma de M, pálida como nunca la había visto. Y sin embargo, cuando su mirada se estrelló con la de J, el color pareció volverle de súbito, como si una mano invisible le hubiera rociado pigmento rosa en las mejillas.

Esta vez ambos gozaban de perfecta salud, el protocolo se llevaría a cabo de manera esplendida, pensó J. Nos saludaremos, fingiremos apreciar la música, platicaremos de nuestras vidas y familias, del trabajo y quizá, con suerte, terminemos la velada en algún hotel de paso. Nada mal.

Hacía ya un año que la terrible gripa de M había arruinado el momento y esta vez no había poder humano que impidiera culminar la noche con pasión.

La explanada del Auditorio Nacional estaba repleta. En las instalaciones del recinto se encontraba la más extraña mezcla de público de la que J jamás hubiera sido miembro. Había mujeres y hombres bien entrados en la tercera edad. Niños acompañando a sus treintañeras madres. Adultos recién estrenados aún portando traje de esclavo oficinista y una multitud increíble de chavos de veintitantos. Todos impacientes por entrar al evento.

A J le divertía contemplar aquella multitud tan heterogénea. Mientras esperaba -cada vez más impaciente- la llegada de M, se detenía a observar a las personas a su alrededor. Recordaba en unos su infancia y preveía en otros su vejez.

Pero eran los jóvenes los que le provocan las sensaciones más cándidas. Alguna vez J y M habían sido como ellos: alegres implacables, rebeldes irredentos, burgueses izquierdistas. Llenos de ilusiones e ideales que ahora se veían más lejanos y absurdos que cuando fueron concebidos.

Con esa inmersión en la añoranza no sintió a M cuando se paro a su lado. Hola, hola. ¿No me vas a saludar? ¿Qué? ¡M! Un abrazo bien estrujado y un beso que se escapaba de la mejilla hacia los labios de J. Perdóname no te vi. ¿Tiene mucho qué llegaste? Recién, perdona la tardanza. Tuve hacer una escala, lleve a mis hijos con su abuela. No te apures, estamos a tiempo.

J y M tomaron sus lugares en gayola. ¿Cuánto dices que te costaron los boletos? 70 pesos cada uno. Está muy bien ¿no lo crees? Venimos a escuchar no a ver. J no contestó. Le parecía increíble que después de tantos años M siguiera codiciando tanto el dinero que nunca le había hecho falta.

La acomodadora les entregó los programas. Disfruten el concierto. Una sonrisa forzada, M sólo le había dado 5 pesos por llevarlos a sus asientos.

J leyó para sí. OFUNAM en los años 70. Éxitos de ABBA, Gloria Gaynor, Bee Gees, entre otros. Al menos los 70 pesos serían bien desquitados. J y M eran unos niños cuando Travolta derretía la moral en los cines, pero entendían muy bien que en pleno 2009 la música de aquella década era vista con otra óptica. Esta vez escuchaban un testimonio del pasado. La música era registro de cultura y la voz de toda una generación.

Durante los escasos diez minutos que precedieron al concierto J y M se entregaron a escuchar cortésmente la vida del otro. La familia estaba bien. Los hijos no dejaban de crecer y ellos no podían evitar hacerse más viejos a cada momento.

Marina quiere un iPod ¿sabes lo que cuestan esos aparatos? M arremetía de nuevo con el maldito dinero. Claro, podía darse el lujo de cambiar de auto cada dos años, peros sus hijos no merecían ni un pequeño exceso económico.

Para su fortuna, J no tuvo que aguantar mucho del parloteo de M. Las luces se apagaron, el maestro ocupó su lugar y tras unos breves aplausos sonaron los primeros acordes de Can’t take my eyes off of you. El público se deshizo del recato propio que se le debe a una filarmónica. Los chiflidos, los gritos y los entusiastas aplausos acompañaron todas y cada una de las piezas tocadas esa noche.


You're just too good to be true.
Can't take my eyes off you.
You'd be like Heaven to touch.
I wanna hold you so much.


J viajó al pasado. Recordó los primeros coqueteos con M. Las miradas cautivadoras en las clases de periodismo. Los encuentros nerviosos en las escaleras. Y cómo, por más que intentara, no podía quitarle los ojos de encima.

Volteó a ver a M, sólo para descubrir que ni la oscuridad le favorecía. Las bolsas y la papada eran inquilinos que ya jamás renunciarían al terreno conquistado. De aquél rostro joven y dulce sólo quedaban los gestos que M hacía cuando algo le parecía digno de una buena sonrisa.

Los ánimos se encendieron con Last Train to London, seguido de una buena ronda de los hits de ABBA.


Look at me now, will I ever learn?
I don't know how but I suddenly lose control
There's a fire within my soul
Just one look and I can hear a bell ring
One more look and I forget everything


Y así era todos los años. J y M se encontraban para recordar y revivir un amor que desde su génesis estuvo condenado al fracaso. Personalidades demasiado fuertes como para soportarse entre ellas. Ambiciones y planes de vida completamente opuestos. Manías y paranoias que habrían destrozado la integridad psicológica de Freud mismo. Pero dolorosa e innegablemente, love will keep them together.

J lloraba. No lo creía. ¿Cómo es que vivía como suyas las letras de Olivia Newton John en Hopelessly Devoted to You? ¡Qué broma cruel!

Y entre canción y canción sufría al visitar el recuerdo de M preguntándole en la graduación: How deep is your love? Había sido esa noche cuando acordaron encontrarse una vez cada año, hasta el final de sus vidas. Sin importar si llegaban a conocer a alguien más, a comprometerse o incluso a casarse. En aquél momento la idea del matrimonio los hizo reír a carcajadas. 20 años después no había mucho humor en ello.

M se había contagiado del buen humor que J usaba como máscara a su aflicción, y cuando That’s the way sonó en los trombones y en los violines no tardó en menear los hombros y corear el “aha, aha, I like it”. Ver a M tan radiante hizo que J olvidara por un buen rato las múltiples y perversas implicaciones que la gente vería en aquel simple encuentro si tan sólo llegaran a enterarse.

La siguiente canción cambió por completo el tono del concierto y el ánimo de los amantes.


Why do birds suddenly appear
Every time you are near?
Just like me, they long to be
Close to you.


J sintió la mano de M sobre su pierna. Hacía más de dos años que no habían tenido un contacto íntimo. Su estomago se revolvió. El cerebro se congeló y lo único que atinó a hacer, más por inercia que por convicción, fue depositar su cabeza en el hombro de su amante.

On the Radio y I will survive detonaron la bomba de endorfina escondida entre la audiencia. Muchos se levantaron a bailar y J y M, ahora bien tomados de la mano, se unieron sonrientes y rítmicos a la batalla de pasos de baile que Disco Inferno había motivado en todas las secciones del auditorio.

Para sorpresa de la audiencia el maestro aún tenía un as bajo la manga y remató el ya de por sí sublime concierto con canciones no programadas pero altamente bailables: YMCA y la inmortal Disco Samba.

J no contuvo la emoción se giró hacia M y a mansalva le plantó un beso en la boca.

Sabes que te amo ¿Lo sabes, verdad? Sabes que no puedo renunciar a ti por más que lo intente. Que muchas noches me despierto pensando si estarás bien. En ocasiones simplemente me descubro camino al trabajo cavilando sobre que estás haciendo. Si preparas el desayuno para tus hijos. Si aún duermes.

Mi presencia aquí es la prueba irrefutable de mi amor. Pero tampoco desconoces que tengo una familia, hijos, una vida en la que es imposible configurarte, como sé que para ti es imposible configurarme en la tuya. J lo sabía. Lo sentía, le dolía.

A veces se jactaba con orgullo de que a sus 22 años había tomado la decisión más complicada e inteligente de su vida sin pensárselo demasiado. Simplemente entendía que era lo correcto. Separarse de M y tomar caminos separados era la respuesta atinada. Esta no era una de esas veces.


El concierto tenía horas de haber terminado y sus predicciones habían sido acertadas. Se encontraban tumbados mirando el techo de un modesto hotel de la colonia Roma. M seguía hablando. Pero J había dejado de escuchar. Encendió la radio y soltó una risa conciliadora al escuchar la voz que salía de la bocina.


On the day that you were born
The angels got together
And decided to create a dream come true
So they sprinkled moon dust in your hair of gold
And starlight in your eyes of blue.


Se dio la vuelta para observar a M. Sonreía. Ahí estaba de nuevo ese rostro adolescente, libre de culpas, frustraciones y preocupaciones. Se abrazaron, se besaron. Volvieron a hacer el amor.

¿Qué más daba? El amor jamás había sido sencillo para nadie. Siempre habría riesgos que tomar, lágrimas que reprimir, sollozos que tragar. La vida era una sola y J no quería gastarla obedeciendo códigos morales inquisitoriales o negando un amor que sintió desde el momento mismo en que conoció a M.

Era cierto. No podían vivir juntos. No podían soportarse una semana entera. Pero al menos tenían ese día. Uno de cada 365. Para ser dueño y esclavo de la persona que más habían amado en toda su coexistencia.

J se ciñó a la cintura de M. Acercó sus labios su oído y con voz baja comenzó a cantar:

That is why all the girls in town
Follow you all around.
Just like me, they long to be
Close to you.

miércoles, 18 de marzo de 2009

El hit de la semana

Sí, que siga la Radiocabezamanía! Esta me encargaron grabarla durante el concierto. Hasta entonces la escuhé con atención. Y aunque nunca me he considerado fan de Radiohead, la vida me ha hecho apreciar dos que tres de sus rolitas. Esta una de mis favoritas, desde hoy y para siempre.

Enjoy!

I dont wanna be your friend
I just wanna be your lover...


martes, 17 de marzo de 2009

lunes, 16 de marzo de 2009

Everything in its right place


¿Cómo es que concluyo donde empecé? ¿Cómo es que finalizo donde me equivoqué?
Solías estar bien ¿Qué pasó?

Me dicen mis amigos que es lo mejor. Que lo olvide todo y finja que nunca sucedió. A la chingada, digo yo. No lo cambiaría por nada. Todos lo saben, todos me vieron. Fue medio año de un viaje que no tuvo comparación

En un veloz auto alemán
Estoy sorprendido de haber sobrevivido
Una bolsa de aire me salvó la vida

Sigo enamorado, después del porrazo. No me ayudó, sólo me hizo sentirme más vivo. Más decidido a buscar tu amor.
Pero, me dijeron

Sólo porque lo sientas no significa que esté ahí

Esta vez tenían razón. Agachado y dolorido, doblado, ya no erguido, lo tengo que admitir

Soy todos los días que decidiste ignorar
Tú, eres todo lo que necesito

Pero no fui lo que tú necesitabas. ¿A quién culpar? A veces sientes al indicado. Y erras al no esperar. Presumes con alevosía

Y ahora que lo encontraste
No está
Ahora que lo sientes
No lo sientes
Se fue, para siempre

Posibilidad es llorar, tender el mercado y vender las ilusiones con saldos. Pero no

¿Por qué debería quedarme aquí?
¿Por qué debería quedarme?
Estaría loco de no seguir

Pero es difícil, más de lo que me atrevo a aceptar. Difícil no extrañar, difícil no pensar.

Y las paredes se doblan, y las paredes se doblan
¿Qué está haciendo? ¿Qué está haciendo?

Y es en dolor que reconoces a los verdaderos amigos. Y para ellos mi eterno cariño. Mi completa gratitud

Todos
Todos alrededor
Todos tan cerca

Atras de mí. Sin dejarme respirar

Despierta, despierta ¡Arriba y a brillar!


Cabrones. No me dejan llorar no me dejan morir. Y pensar que para ti sucedería

Sin alarmas, sin sorpresas

Y escuchando a tu banda. Mi melómano irredento. Me decido a escribirte

Mientras tocan tu canción favorita

Lo haré mañana. Una vez que haya superado el shock de no haberte encontrado entre los 55 mil rostros presentes

Será un día glorioso
Siento que mi suerte podría cambiar

Te lo haré llegar, deberás leer con atención. No habrá medias tintas ni voces en off

Porque al separarnos
Enredó nuestras reflexiones

Y no quiero que te vayas pensándome mal. Quiero que me leas y pienses

Éste es optimista

Ojalá lo hagas y respondas con un gesto amable y divertido. Prometo estar contento y

Reiré hasta que se me caiga la cabeza


No falles. Haz un último esfuerzo. Hazlo por mí. No dejes que el miedo te aleje sin decirme adiós. La incertidumbre es la peor sensación

Y me desgasta. Me desgasta

No me estoy colgando más allá de lo que necesito decir.
Es culpa de Radiohead que cantó hasta el fin

No tengo idea de lo qué estoy hablando

Con todo, mi mensaje es uno y es claro

Esta es mi manera de decir adiós
Porque no puedo hacerlo cara a cara

De una manera civilizada. Sin dramas ni patadas.
Pero sin ocultar mis emociones, pues

Puede que sea paranoide, pero no androide


Y del enredo nació la moraleja: Que vale la pena apremiar el amor

No importa cómo termine
No importa cómo empiece

No importa que lo hayamos malogrado una y otra vez.
El amor nunca es fácil.
El amor siempre es riesgo

Y si estás asustado
Puedes estar asustado
Puedes estarlo, está bien.

Tú, yo, todos podemos hacerlo.
Pues nunca habrá sensación más bella que la de

Sumergir tu alma en amor

Hacerlo nada más, sin

Nada que temer y nada que dudar

Al final el amor es cíclico, siempre ha de regresar

Lo haces a ti mismo, solo a ti
A ti y nadie más

Así que adiós. Conserva mi amor ¿sí? Yo conservaré tu recuerdo.
Al final ¿lo ves? Estamos bien

Todo en su lugar correcto


lunes, 9 de marzo de 2009

Bittersweet memories



Con la inevitabilidad de una lengua que vuelve a recorrer un diente dolorido, regresas una y otra vez a mis pensamientos, me siento a hablar de ti con el entusiasmo de un hombre hambriento ante un plato caliente y rebosante.

lunes, 2 de marzo de 2009

d) está escrito

Caen los créditos finales de Slumdog Millionaire y es imposible no sentirse bien y sonreír, maravillado con lo que hemos visto, con lágrimas mezcladas de alegría y de tristeza, de esas lágrimas inexplicables que salen de partes olvidadas, de esas regiones personales e internas pero globalmente entendidas, del niño pequeño que fuimos alguna vez, del adulto que comprende el proceso, del adolescente que se enamora irremediablemente y sin miedo a las consecuencias. ¡Qué gusto salir así del cine!, ¡Qué gusto saber que existen cintas que logran causar de tal modo tantas cosas y tal viaje emocional!


Preparémonos entonces para el viaje: tomemos té con leche y especias, robemos un poco del pan roti de los largos recorridos en tren, al tiempo que nos perdemos en el aroma a cúrcuma, comino, cilantro y cardamomo. El viaje, hay que decirlo, no será siempre hermoso o colorido como sari, y tampoco será cómodo: como en los clásicos de Dickens y en muchas de las historias de amor, habrá dolor, pobreza, miseria humana en todos los sentidos, esperanzas rotas y la certeza de que son pocos aquellos en los que podemos realmente confiar; habrá amor doloroso, amor de larga espera, amor robado, violencia e infancias vapuleadas.

Sin embargo, la recompensa puede ser muy valiosa, y aquí permítanme hablar con la ingenuidad de Jamal y con lugares comunes: el premio involucra la riqueza del amor, la de hacer lo correcto, la de amar a la familia. Porque, lo sabemos, Jamal ya es rico; el concurso -si responde correctamente- le dará además dinero.

¿Qué más decir, además de que dejen de lado todo para ir a las salas a ver esta maravilla? ¿Cómo expresar con palabras algo que ha de ser visto sin prejuicios, sin necesidad siquiera de saber de qué trata?

Y es que, lo sé, hay ocasiones en que los titulares de las críticas globales pueden confundir, pero en esta ocasión no hay nada oscuro en la apreciación general: Conmovedora, impactante, magistral; una cinta que atrapa, un tributo al amor, a la esperanza; una cinta para salir con más vida de la que se tenía antes de entrar a la sala. No importa cómo se diga, la idea es inequívoca: Slumdog Millionaire es una obra maestra.

The book of blood

La adaptación fílmica de dos de los relatos del genial Clive Barker, The Book of Blood (El Libro de Sangre), está ya terminada. Así que Essential Entertainment ha publicado un tráiler promocional de la película.





Para los que no hayan leído Libros Sangrientos, estos dos relatos, El Libro de Sangre y En la calle Jerusalén, empiezan y terminan respectivamente la historia de Simon McNeal, un medium que dice comunicarse con los muertos a través de mensajes que ellos mismos escriben con sangre en las paredes, hasta que se descubre que todo es un fraude y que los mensajes los escribe el propio Simon. Los espíritus, cansados de las burlas por parte del farsante, emprenden una sangrienta venganza escribiendo sus mensajes en el cuerpo de Simon, convirtiéndolo en un “libro de sangre”. En el segundo relato, “En la calle Jerusalén”, nos reencontramos a un McNeal recluido y aislado, cuya piel llena de cicatrices en forma de mensajes de los verdaderos muertos es codiciada por un coleccionista de pieles que envía a un asesino a sueldo llamado Wyburd para que le consiga tan anhelada pieza.

La película ha sido escrita y dirigida por John Harrison, y co-escrita por Darin Silverman. Los actores encargados de hacernos revivir el relato son Jonas Armstrong como Simon McNeal y Sophie Ward como la doctora Mary Florescu, incluyendo además un cameo de Doug Bradley, el actor de culto que pone cara al estremecedor Pinhead en la saga Hellraiser.
.
P.D. Qué buen remix de Everything in its right place! Como si necesitaramos más tensión agregada a la inminente visita del chico del ojo tullido.